Un comando vestido de rojo ayuda a las personas sin hogar a protegerse del covid-19

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Al verlos llegar vestidos con monos rojos, coloridos botines militares y el rostro cubierto con mascarillas y viseras, habitantes sin techo de Ciudad de México los llaman “astronautas” o los comparan con estilosos referentes de la cultura pop.

“Nos dicen que parecemos de (la teleserie española) la Casa de Papel, que parecemos bomberos, cazafantasmas”, dice sonriendo Karen Martínez, de 28 años, minutos antes de empezar su misión, quizá tan emocionante como la de aquellos personajes.

No empuñan armas sino termómetros tipo pistola y llevan en sus mochilas decenas de bolsas con gel antibacterial, jabón líquido y cubrebocas, kit de supervivencia en tiempos de covid-19.

No solo los reparten. Enseñan cómo utilizarlos a personas sin hogar que los reciben con júbilo pero con un clamor: el abandono y la indiferencia han crecido aupados por el nuevo coronavirus.

Completan el comando otros cuatro psicólogos veinteañeros al mando de Luis Enrique Hernández, de 50 años y fundador de El Caracol, una ONG que desde 1994 protege a poblaciones callejeras de Ciudad de México.

Los agreden más.

Pero en medio del cierre generalizado de servicios, otras personas sin hogar como Hermelinda, de 36 años, llevan la peor parte.

Postrada en una destartalada silla de ruedas, con las piernas temblorosas y el cuerpo maltrecho, Herme, como la llaman cariñosamente, tiene mirada perdida pero dulce.

Hernández le ayuda a desinfectarse las manos con agua y gel. Normalmente, la lleva tres veces por semana a las oficinas de El Caracol para que pueda bañarse y alimentarse, además de someterla a revisión médica.

Según testimonios que recopila, “los estragos” ya son visibles. “Ha aumentado la violencia contra la población (callejera), la policía los ha agredido más, les han quitado a sus hijos”, afirma.

Imágenes e información El Mañanero Diario